¿Prefieres una foto bonita o una foto interesante?

Hola, fotógrafo.

Hoy quiero hablar de algo que me encuentro constantemente como crítico y profesor de fotografía: la obsesión por las fotos bonitas. No me malinterpretes, hacer una foto bonita no está mal. Si tu objetivo es capturar algo agradable a la vista, enhorabuena. Pero para mí, la verdadera fuerza de la fotografía no está en lo bonito, sino en lo interesante.

¿Por qué digo esto?

Hoy en día, cualquiera puede hacer una foto bonita. Todos llevamos un dispositivo en el bolsillo capaz de capturar imágenes con una calidad sorprendente. Además, internet está lleno de tutoriales que te enseñan a componer bien, a editar como un profesional en Photoshop y a hacer que una foto “brille”.

Pero aquí está el problema: esas fotos bonitas suelen ser repetitivas. Por muy bien hecha que esté tu foto del atardecer o de la plaza de tu pueblo, ya alguien más la hizo antes. Y lo peor: después de ti, muchos más la harán.

El resultado es que esa foto, aunque técnicamente impecable, no dice nada. No genera una conversación. No se queda en la mente del espectador.

El poder de las fotos interesantes

Yo, como crítico de fotografía, prefiero mil veces una foto interesante a una bonita. Una foto interesante tiene un propósito, un mensaje, una intención detrás. Es una imagen que puede incomodar, fascinar, hacer reflexionar o evocar emociones inesperadas.

Por ejemplo, mira esta fotografía de los dos urinarios. A simple vista, no es bonita. Es más, puede generar rechazo o asco. Pero ahí está su fuerza. Esta imagen no busca agradar, busca quedarse en tu mente.

¿Qué sugiere? ¿Asco, incomodidad, resignación? Lo que sea que te evoque, eso es lo que la hace interesante. Fotografiar lo invisible, lo intangible, como el asco, es lo que transforma una imagen en una declaración.

Fotografiar lo que no se ve

Creo que hay que fotografiar cosas diferentes, lo que no se ve a simple vista. Fotografiar lo que nos haga reflexionar, lo que nos lleve más allá de lo evidente. Pero ojo, fotografiar algo “diferente” no te hace automáticamente mejor fotógrafo.

La clave está en pensar en el concepto, en el criterio y en el propósito detrás de la imagen. Eso es lo que convierte la fotografía en algo más que un ejercicio técnico: la transforma en un arte.

Guiar al espectador

Siempre le digo a mis alumnos que hay que guiar un poco al espectador. No todo el mundo entiende de fotografía, y muchas veces, una imagen impactante necesita contexto. No digo que se lo des todo masticado, pero sí que lo encamines: un título, un pie de foto, una conversación.

Por ejemplo, en esta foto de los urinarios, puedes decirle al espectador: “He fotografiado el asco.” Ese simple comentario ya cambia la manera en que ven la imagen. Ya no es solo un baño sucio. Ahora están buscando el concepto, la emoción detrás.

Sin esa guía, un espectador podría mirar esta foto y decir: “Es una foto fea.” Pero con el contexto, esa “fealdad” se convierte en algo poderoso, algo que transmite.

No necesitas el mejor equipo, necesitas ideas

Algo que siempre recalco es que no necesitas ser el mejor fotógrafo del mundo para tener grandes ideas. No necesitas la mejor cámara, ni conocer todos los modelos de objetivos, ni ser un experto en edición. Lo que necesitas es pensar.

Piensa en lo que quieres decir, en lo que quieres que tu imagen transmita. Una buena idea puede más que una foto técnicamente perfecta y vacía de significado.

Conclusión: Grandes ideas, cámaras pequeñas

No te obsesiones con hacer fotos bonitas. Hay demasiadas de esas y no dicen nada. En lugar de eso, céntrate en las ideas, en fotografiar lo invisible, en dar tu opinión a través de una imagen.

La fotografía no es solo capturar lo que otros ya ven, sino mostrar lo que nadie más había mirado de esa manera. Esa es la verdadera fuerza de una foto interesante.

Y tú, ¿qué prefieres? ¿Una foto bonita o una foto que te haga pensar? 😊

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