top of page

Yo Conocí a Satanás

Actualizado: 13 sept


ree

La mentira más grande que he visto no la contó un político.

La contó un portero de fútbol que no jugaba al fútbol.


La historia es un clásico: buen tipo se enamora de demonio con buen culo.

A mi amigo le tocó la china.

La del zapato, la buena es la mía.


Ella era una especialista en fabricar tormentas

Montar pollos.

Su casa no era un hogar, era el puto infierno con contrato de alquiler.

Y él, un bendito.

Un puto calzonazos de los de "sí, gordi", con la sonrisa cosida a la cara para no morir.


Trabajaba en casa. Su oficina era el salón.

Su jefa, Satanás en bata.


La vida se pudrió.

El aire se hizo veneno.

Hasta que un día, la desesperación, que es la madre de todas las putas genialidades, le parió una idea.


Se fue al Decathlon.

Se compró una camiseta de portero.

Le estampó su nombre y el número 1.

El Puto Number One.


Llegó a casa y soltó la bomba: se había apuntado a un equipo de fútbol.


La coartada era perfecta.

Lunes y miércoles, entreno.

Domingos, partido.

Y la prórroga sagrada: las cañas y los porros con los colegas.

Cuatro putas ventanas de oxígeno a la semana.


Y el demonio, demasiado ocupado reinando en su infierno, se lo tragó.


...pero aquí viene la puta verdad.

La traca final.


NO HABÍA EQUIPO.

NO HABÍA PARTIDOS.

NO HABÍA UNA MIERDA.


Su campo de fútbol era un Renault 19 Chamade blanco.

Su vestuario, el asiento del copiloto.

Su afición, un disco de Los Suaves a reventar.

¡Y a fumar porros y beber latas de cerveza hasta volver!

Con dos cojones!


Solo.

Vestido de portero.

en Su reanult 19

Durante dos putas horas.


Llegaba a casa oliendo a victoria, con los ojos rojos de la batalla y el cansancio fingido de un campeón.

Metía la camiseta a lavar, miraba a la bestia a los ojos y pensaba:

"Otro asalto ganado, Lucifer".


Dos horas menos en el infierno.

Dos horas de puta vida.

Dos horas que le recordaban la única ley que importa:


Es mejor ser el rey de tu propia mierda que el esclavo en el palacio de otro.


Y sí.

Esta puta historia me enseñó a ser fotógrafo.


Me enseñó la única verdad que importa:

LAS FOTOGRAFÍAS MIENTEN.


Mi amigo no era un mentiroso.

Mi amigo era un puto fotógrafo.


Encuadraba su realidad.

Recortaba la mierda.

Y le enseñaba al mundo solo la parte que él quería que viera.


La foto finish de un partido que nunca existió.


La fotografía no te enseña la realidad.

Te enseña la mentira del fotógrafo.

La puta verdad...

esa, amigo mío, siempre está fuera de campo.

 
 
 

Comentarios

Obtuvo 0 de 5 estrellas.
Aún no hay calificaciones

Agrega una calificación

Productos relacionados

bottom of page