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Tu Cámara Miente: Por Qué el Ojo Fotográfico Jamás es Neutral

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La fotografía ha muerto.

Al menos, la fotografía como un registro objetivo de la realidad. Si has llegado hasta aquí pensando que tu trabajo es mostrar el mundo "tal como es", tengo malas noticias: le has estado mintiendo a tu audiencia y, lo que es peor, te has estado mintiendo a ti mismo.


El otro día, en una de esas charlas filosóficas que tenemos en la comunidad, surgió esta idea que lo pone todo patas arriba: el ojo fotográfico no es neutral. Y no, no es una opinión, es un hecho. La cámara no es una ventana imparcial al mundo; es un martillo, un pincel, un arma... una herramienta que siempre, SIEMPRE, refleja las decisiones de quien la maneja.


El Mito del Fotógrafo Fantasma

Muchos creen que ser un buen fotógrafo callejero es ser invisible, un fantasma que captura la realidad sin alterarla. ¡Menuda tontería! Ese es el error más grande y cómodo que puedes cometer. Pensar que no influyes en la escena es la coartada perfecta para no asumir la responsabilidad de tu narrativa.


Desde el momento en que eliges un objetivo de 35mm en lugar de un 85mm, ya estás mintiendo. Estás decidiendo qué tan cerca o lejos quieres que el espectador se sienta de la escena. Cuando decides disparar en el instante en que una persona sonríe en lugar del segundo en que frunce el ceño, estás manipulando una emoción. Cuando encuadras para dejar fuera el cubo de basura o el coche mal aparcado, estás creando una versión idealizada de la realidad.


La Relajación: Abraza tu Mentira, es tu Súper Poder

Pero tranquilo, esta "mentira" no es algo de lo que debas avergonzarte. De hecho, es tu mayor activo. La objetividad es aburrida, es estéril. La subjetividad, en cambio, es donde reside el arte. Tu visión única, tus prejuicios, tus miedos y tus alegrías son el filtro que hace que tus fotos no sean una más del montón.

La solución no es intentar ser más objetivo, sino ser radicalmente intencional. No se trata de lo que ves, sino de lo que quieres que los demás sientan al verlo. Tu trabajo no es documentar la realidad; es interpretarla. Es encontrar la poesía en un charco, la tensión en una mirada o la soledad en una calle abarrotada. Eso, amigo mío, es algo que ninguna máquina puede hacer por sí sola.


¿Pero Tienes Algo que Contar?

Aquí viene el giro que separa a los fotógrafos de los que simplemente hacen fotos. Abrazar tu subjetividad es solo el primer paso. La verdadera pregunta es: una vez que aceptas tu rol de narrador, ¿tienes una historia que valga la pena contar?

Porque si tu intención es vacía, si no tienes nada que decir sobre el mundo, tus fotos serán técnicamente correctas pero emocionalmente muertas. Serán fuegos artificiales: mucho ruido y luz, pero se desvanecen en un instante. La calle te desafía a cada paso, no solo a ver, sino a sentir y a pensar.


Deja de Ser un Espejo y Conviértete en una Voz

Tu fotografía no es un espejo de la realidad; es un martillo con el que le das forma. Cada foto es una declaración. Cada encuadre, una opinión. Cada disparo, un manifiesto.

Si estás cansado de hacer fotos que nadie recuerda y quieres empezar a crear imágenes que provoquen, que incomoden, que emocionen y que cuenten tu verdad, entonces tienes que dejar de esconderte detrás de la falsa objetividad. Tienes que encontrar tu voz.


¿Quieres aprender a usar tu subjetividad para construir narrativas que atrapen a tu audiencia? Te espero en nuestra comunidad, donde no solo apretamos botones, sino que destrozamos mitos.



Ahora que sabes que tu ojo nunca es neutral, la siguiente pregunta es inevitable: ¿cómo construyes una serie fotográfica coherente que hable con una sola voz, tu voz? 


De eso, y de mucho más, hablaremos en el próximo contenido. ¡No te lo pierdas!

Un saludo,

Miguelitor.










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