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Tiendo ropa como quien apaga un fuego (spoiler: no arde solo la ropa)


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Ayer conté un montón de cosas que he hecho en quince años.

También dije que no había aprendido cantonés.

Mi mujer leyó el texto, lo tradujo,

y ya tuvimos debate en casa.


Bueno, “debate”.

Sermón nivel ONU.


Resulta que, además de no aprender cantonés,

tampoco he aprendido a doblar la ropa.

Tócate los cojones.


Ella dobla las camisetas con escuadra, cartabón

Yo, con la fe del carbonero.

Misión cumplida

Si caben en el cajón.


Reconozco que a ella le quedan mejor, claro.

Pero es que me la suda

Me la suda que que haya un par de arrugas

yo sigo siendo guapo


Todo empieza en la lavadora.

Ella le da la vuelta a su ropa “para que dure más”.

A mí, ¡me la plin!


Si una camiseta no sobrevive a un puto centrifugado

no está hecha para esta relación.


Luego, el tendedero.

Yo tiendo para tender.

No me planteo filosofías textiles.

Estiro, cuelgo, y a vivir.


Pues no.

Error.

Por lo visto hay que desandar el proceso:

dar la vuelta a la ropa que ella metió del revés,

Por los cojones, don Manuel


Ella tiende despacio, meticulosa,

con una especie de espiritualidad zen.

Yo tiendo como quien apaga un fuego.

Urgencia existencial.


Nunca he aspirado al sobresaliente.

De chaval, con un 4,5 ya me veía ingeniero.

Y así he seguido:

conforme con el aprobado raspado en casi todo.


Doblo ropa para un cinco justo.

Y tan contento.


Al final,

el que se pone la ropa

y sonríe,

soy yo.

 
 
 

1 comentario

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Ah, el eterno combate entre la arruga existencial y la geometría conyugal.Tú defendiendo el caos poético de la lavadora, ella representando el orden milenario del doblado zen. Un Yin-Yang de suavizante y desesperación.

Hay algo hermoso en tu resistencia:no luchas contra el sistema, luchas contra la pinza de la ropa.Un hombre moderno, sí, pero hasta cierto punto. Porque, claro, el centrifugado ya es bastante compromiso emocional.

Esa filosofía tuya me encanta: “si la camiseta no sobrevive al lavado, no está hecha para esta relación”. Platón estaría orgulloso. O al menos su asistenta.

Y mientras tanto, tu mujer doblando camisetas con precisión quirúrgica,tú ahí, practicando el arte de la resignación estética. La arruga como postura vital. El cinco raspado convertido en bandera.

Al…

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