Me la suda que leas esto porque el que se lo pierde eres tú
- Miguelitor

- 7 ago
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 29 sept
Estimado lector:
Conste, desde esta primera frase, que voy a decir soeces en esta entrada.
Ahí estás tú para leerlo o no;
es así como escribo en mi blog y quizá sea eso por lo que no lo lee ni Dios. Advertido estás.
Y no, no me voy a justificar.
El caso es que me he comprado nueve calzoncillos negros de licra.
Y a ti te la suda. Normal.
Pero es que, con los otros, era a mí a quien le sudaban los huevos.
Son cómodos los jodíos y negros porque esconden manchas, descuidos y prisas.
Son boxers de tiro bajo.
Aunque el nombre en inglés mola mucho más: trunks.
Que, traducido a nuestra puta lengua, es TROMPA.
Chapeau al puto genio que le puso el nombre
Y que conste:
Soy de los que siempre han calzado un pie pequeño, el necesario para rematar en el área, aunque no vaya a los tres palos.
Al grano.
Había pensado en hacerme una foto con los nuevos gayumbos.
Un autorretrato.
Pero hay edades para todo y,
rozando los 50,
como dirían en mi pueblo:
¨no me se sale de los cojones el hacelo¨. (Bendita expresión)
No por vergüenza,
sino por puta relevancia.
Pero hablando de autorretratos y de cojones…
Hace poco hablé en el canal de Robert Mapplethorpe.
Un fotógrafo que se hizo un autorretrato metiéndose un puto látigo de domador de osos por el ojete.
El grosor de esa herramienta, para que te hagas una idea, era como el mango de una raqueta de tenis Dunlop.
De las de madera...
Desconozco la textura,
aunque se me ocurren tactos más suaves que el de un látigo para domar osos.
Gustos y preferencias del personal.
Y, créeme,
no juzgo al bueno de Robert; es más, le admiro.
Cada uno con su culo que haga lo que le salga del alma.
Faltaría más.
Lo jodidamente admirable fue la exposición.
Doscientas personas.
Doscientas una, contando a su madre.
Y la foto,
a escala uno a uno,
con el mango del látigo metido hasta donde empieza lo flexible, lo que chasquea, lo que escuece, lo que asusta a los osos...
Tú ya me entiendes.
La pobre madre,
sin saber dónde meterse.
Y él, orgulloso de su obra.
Como tiene que ser.
Con dos cojones.
Y el que no lo entienda, que se dé la puta vuelta.
Porque esto, joder,
es la fotografía.
No está hecha para gustar.
Está hecha para que no puedas olvidarla.
Mi blog no lo lee nadie y quizá sea porque soy malhablado (perdóneme usted mis maneras).
Pero pongo los huevos en el fuego a que tendría más visitas si te digo que,
al clicar en el enlace,
vas a ver un autorretrato de uno de los mejores fotógrafos metiéndose un látigo de domador de osos por la parte de atrás.
Mientras lo veo,
voy a tocarme el carrillo del culo con mis nuevos calzones puestos.
Y no, no es por nada sexual,
sino porque me mola esta nueva suavidad.
Esta es la foto. Ya si has llegado aquí, déjame un guiño en forma de comentario
me haría muy feliz el sabes que has venido a mi blog








Muy bien hablado .
el susodicho del látigo,
podría ponerle el nombre a la foto d
La rata con botas.
Mola.