MANDé A LA MIERDA un CURRO FABULOSO
- Miguelitor

- 14 nov
- 2 Min. de lectura

He tenido muchos curros.
En casi todos me han tangado.
Unos te jodían la pasta, pero el trabajo era decente.
Otros te pagaban bien, pero te hacían vender tu puta alma.
Y luego estaban los hijos de puta que te la metían doblada por los dos lados.
Pero solo hubo un sitio. UNO.
Una fábrica de aluminio.
Ahí no te engañaban. Te sentenciaban.
Doce horas de pie.
De siete a siete.
Una semana de noche, la siguiente de día.
Diez días currando como un animal. Tres días para intentar recordar que eras una persona.
Mi curro era simple.
Levantar perfiles de aluminio de seis metros.
Con otro desgraciado como yo.
Doce putas horas.
La primera vez que levantas uno, te quieres morir.
El resto del día, solo deseas estarlo ya.
Al día siguiente, rotabas.
Pasabas a taladrar.
Hacerle agujeros a los perfiles que otros dos nuevos pringados estaban subiendo a la mesa.
Agujeros para colgarlos y lacarlos.
Agujeros que, después de todo el puto proceso, otro cabrón cortaba y tiraba a la mierda.
Tu trabajo era necesario.
Y completamente INÚTIL.
Como un puto hámster en una rueda que va a ninguna parte.
Llegaron mis tres días libres.
El primero, no me podía mover. Estaba roto.
El segundo, empecé a sentir la sangre otra vez.
El tercero, mandé a la mierda el aluminio, la fábrica y su puta madre.
Pillé la mochila y me largué con mi novia.
A la semana volví.
A por mi finiquito de mierda.
Y a decirles que se buscaran a otro esclavo.
Desde ese día, lo entendí.
Esto no va de ser tu propio jefe. Esa es una frase para tazas de desayuno.
Esto va de ser tu propio DUEÑO.
De que nadie te pague una miseria por romperte el lomo haciendo un trabajo de mierda que no vale para nada. MIENTRAS OTRO SE HACE DE ORO.
Hay trabajos que no te dan de comer.
Te comen a ti.
Poco a poco.
Y la única decisión inteligente es quitarte del puto menú.







Bueno, bueno… la fábrica de aluminio: Ese gimnasio clandestino donde te ponían a levantar perfiles de seis metros sin cobrar ni la cuota mensual. CrossFit para desgraciados, edición metalúrgica.
Lo mejor es esa maravillosa rotación de tareas: un día levantabas barras infinitas, al siguiente hacías agujeros que luego otro iluminado cortaba. Industria 4.0 en su máximo esplendor: producir por producir, destruir lo producido, repetir el ciclo y fingir que todo tiene sentido.
Y claro, los turnos…12 horas de pie, semana de noche, semana de día. Un experimento perfecto para ver cuánto aguanta un ser humano antes de empezar a comunicarse por gruñidos. Tres días libres para “recordar que eras una persona”: vaya lujo, casi un retiro espiritual, pero en versión…