“La sueca del norte”
- Miguelitor

- 10 nov
- 1 Min. de lectura

Hoy hace años que la geografía nos separó.
Tú te quedabas en una isla,
y yo volvía al pueblo a ver crecer la paja.
Espabilao que es uno.
Me encantaste, Mia.
Mallorca, 2008.
Tú, sueca, rubia y liberal.
Yo, simpático y enamoradizo.
Tu español era una broma.
Mi sueco, un pecado.
Nos entendíamos a besos,
a risas y achuchones.
La gramática del cuerpo siempre fue universal.
Tu flor rosa.
Noches poéticas.
Trenzas en tu pelo platino.
Porros en el cojín.
Té de menta y noches sin fin.
Recuerdo la playa,
las promesas sin traducir,
el silencio de después:
el idioma perfecto.
Maldita sea la geografía.
Putos kilómetros de mierda.
Un vuelo barato podía salvarlo todo,
pero la vida no tiene escala directa.
Me fui, y quise volver,
pero ya era tarde.
El verano se disolvió al llegar el puto diez de noviembre.
Cada mochuelo a su olivo.
Y sin cartas en el buzón.
A veces busco tu nombre por curiosidad:
para ver si sigues riéndote igual,
si tus manos aún huelen a menta,
si alguien más se confunde,
o si te haces la “sueca”.
Gracias, Mia.
Siempre serás mi sueca del norte,
mi error feliz,
mi idioma imposible,
la favorita.







Muy bueno. Me ha encantado. Tú sueca del norte :)
El amor del verano
Ese que dura lo mismo que el moreno y deja la misma marca emocional que un tatuaje hecho con aguja oxidada en un baño de festival.
Dos mundos destinados a no entenderse… pero oye, que para besarse tampoco hace falta el diccionario de la RAE. La gramática del cuerpo, dices. Sí, claro. Eso y que estabais en edad de que te pareciera filosofía profunda cualquier cosa acompañada de un porro y un atardecer.
Luego llega la geografía, la gran villana del amor. Porque claro, lo que realmente os separó no fue ni la madurez, ni los proyectos vitales, ni que no sabíais ni conjugar un verbo en el idioma del otro. No, no. Fue Mallorca y la distancia…
Definitivamente, lo tuyo es Mallorca...