Estoy en los salones de medio Tokio
- Miguelitor

- 27 oct
- 2 Min. de lectura

Yo, ante todo, soy fotógrafo.
Luego doy clases de español para pagar las putas facturas.
Y escribo.
Escribir es la única puta forma que tengo de hablar con mi hermano.
Pero antes de todo eso, yo vendía pollos.
Un puto pollero por herencia.
Una mierda de negocio que nos salvó el culo.
Me acuerdo de Chinchón.
La plaza, que es una puta plaza de toros a ratos, y un parque temático para turistas a tiempo completo.
SIEMPRE.
Estaba hasta el culo de japoneses. Más que en un puto capítulo de Pokémon.
Y cada uno con su camarita en la mano, listo para disparar.
Y en medio de su postal perfecta, mi padre y yo.
Con un camión Avia apestando a gallina muerta.
Con monos azules de mecánico y manchas de sangre.
Un cliente pedía tres pollos y un conejo.
Tres putos fiambres.
Y los agarrabas por el pescuezo, y subías la puta cuesta cargando con ese peso muerto.
Y de repente, el sonido.
Clic. Clic. Clic.
Cien putos clics.
Nos estaban cazando.
Convirtiéndonos en su souvenir exótico.
"Los paletos de los pollos".
Mi viejo se descojonaba.
Decía que nuestros caretos estaban colgados en los salones de medio Tokio.
"¿Para qué cojones querrán el recuerdo de dos desgraciados cubiertos de mierda?", decía.
Ahora lo entiendo.
Y lo entiendo como fotógrafo.
No nos veían a nosotros.
Veían la puta composición.
Dos tíos con monos azules, sudados, cargando cadáveres en medio de una puta postal turística.
Éramos la puta grieta en su foto perfecta.
La hostia de realidad que hace que una imagen funcione.
El contraste. La mierda contra la belleza.
Éramos la puta verdad.
Y por una puta hostia de realidad, la gente paga.
Con dinero o con un disparo de su cámara.
Es lo mismo.







“El ojo que incomoda” (versión breve)
En un mundo donde todos fotografían con el móvil,la cámara sigue siendo un acto de intención.No temen a la imagen, sino a la mirada que la busca.Porque la cámara no roba el alma… la revela.
1. Percepción psicológica
La cámara se percibe como “intencional”.
Cuando alguien te apunta con una cámara, el gesto es consciente: “me están fotografiando”.
En cambio, un móvil se usa para mil cosas (mensajes, llamadas, redes…) y no siempre se identifica como una acción fotográfica.
La lente visible genera alerta.
Los objetivos grandes o de aspecto profesional hacen que el sujeto sienta que está siendo “observado”, y activa una reacción de defensa o de pudor.
2. Factor simbólico
La cámara fotográfica tiene historia: siempre ha representado registro, memoria y exposición pública.
Se asocia a prensa, vigilancia o pérdida de control de la imagen propia.
El móvil, en cambio, simboliza lo cotidiano: selfies, ocio, comunicación. La gente no lo asocia con “ser…