El síndrome del impostor es el miedo de los mediocres.
- Miguelitor

- 4 oct
- 2 Min. de lectura

A ese empollón de mierda que me dijo que no valía para enseñar por no tener estudios:
Tus alumnos se aburrían.
Ahora me pagan a mí.
Esa es toda la puta lección que necesitas.
El mundo se divide en dos.
Los que piden permiso y los que piden perdón.
Los que estudian el mapa y los que se lanzan al barro y preguntan después.
Yo nunca he tenido un puto mapa.
Solo una brújula jodida que siempre apunta al caos.
La gente le tiene pánico a decir "no sé".
Creen que es una debilidad.
Yo le tengo pánico a la puta irrelevancia.
A ser un mueble más en la habitación.
Así que cuando el mundo pregunta por un médico en la sala, mi mano se dispara sola.
Es un puto reflejo. Un tic.
El instinto de la hiena que huele carnaza.
No me preguntan si sé.
AFIRMO que sé.
Y si la verdad no me acompaña, me la invento sobre la marcha.
La mentira es solo una verdad que todavía no ha sucedido.
Es una apuesta.
Apuestas a que tu capacidad para improvisar es más rápida que la capacidad de los demás para pillarte.
Y casi siempre, lo es.
El conocimiento no se estudia.
Se roba.
Se aprende a hostias, con las manos manchadas.
Escuchando en los rincones. Copiando al que sabe. Y luego haciéndolo tuyo.
Todos somos impostores.
TODOS.
La única diferencia es que algunos lloriquean por ello y otros lo usamos como puto combustible.
El síndrome del impostor es el miedo de los mediocres.
Para mí, es la señal de que estoy en el sitio correcto.
En un lugar que todavía no me merezco.
Y que voy a conquistar a mordiscos.
Se trata de mirar al abismo, ver que no hay red, y saltar con una puta sonrisa en la cara.
Porque la caída te enseña a volar.
La gente no paga por tu título.
Paga por tu seguridad.
Paga por ver a un cabrón que se cree lo que dice, aunque se lo esté inventando.
Pagan por los COJONES.
Así que a la mierda la lista.
La lección es una. Y es esta:
El mundo no es de los que saben.
Es de los que levantan la puta mano.







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