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El Instante Decisivo ha Muerto. Deja de Llorar en su Puto Funeral.

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Te han contado una historia preciosa, un cuento de hadas para fotógrafos con complejo de artista. La han llamado "el instante decisivo". Te han vendido la imagen de ti mismo como un cazador solitario, un francotirador de la realidad, esperando pacientemente a que los planetas se alineen para capturar ese único, mágico y jodidamente irrepetible momento.


Y tú, como un buen soldado, te lo has tragado.


Sales a la calle con tu cámara, que te ha costado un riñón, repitiendo el puto mantra de Cartier-Bresson, un hombre que murió antes de que el mundo se ahogara en su propio vómito digital. Sigues rezándole a un dios que ya no existe. Y por eso tus fotos, por muy nítidas y bien compuestas que estén, son putos cadáveres. Son ecos. No significan una mierda.


El Tsunami que Ahogó al Rey

¿Por qué ha muerto ese instante?

Porque la exclusividad ha muerto.

Porque tu "momento decisivo" lo han capturado, en el mismo segundo, diez mil teléfonos móviles, tres drones y la puta cámara de seguridad de la tienda de enfrente. Tu foto, esa prueba de que "algo pasó", ha perdido todo su valor. Es un grano de arena en un desierto infinito de contenido. Es ruido.


No es del todo culpa tuya.

El mundo ha cambiado las reglas sin avisarte. La fotografía ha dejado de ser un testimonio para convertirse en un puto murmullo en medio de una multitud que grita. Competir por ver quién documenta mejor la realidad es como intentar ganar una carrera de F1 con un patinete.

Es estúpido. Es un suicidio.


La Nueva Misión: Dejar de ser un Espejo y Convertirse en un Martillo

Si ya no puedes ser el testigo, tienes que convertirte en el puto juez. Si ya no puedes documentar el hecho, tienes que construir la emoción. Tu misión ya no es mostrar lo que pasó. Tu misión es secuestrar al espectador y obligarle a sentir lo que tú sentiste.


Esto lo ha cambiado todo.

Olvídate de ser un espejo objetivo de la realidad.

¡A la mierda el espejo! 

Tu trabajo ahora es ser un intérprete, un traductor, un puto dictador de la percepción. Tienes que usar la luz, el color, el encuadre y hasta el puto desenfoque no como reglas, sino como armas. Un contraluz ya no es un problema técnico, es una herramienta para crear misterio. Un barrido ya no es un error, es una forma de gritar "movimiento, caos, vida".


Tu cámara ha dejado de ser una libreta de apuntes. Ahora es un puto martillo con el que esculpes la realidad hasta que confiesa la emoción que quieres arrancar.


El Futuro es para los Arquitectos, no para los Forenses

Este es el nuevo campo de batalla.

Y tiene sus propias trampas.

Está el veneno de los presets y los filtros, que te han prometido "emociones enlatadas" y solo han conseguido que tu trabajo sea idéntico al de todos los demás. Y está el puto filo de la navaja ética: ¿dónde acaba el artista y empieza el manipulador?

Pero esos son los riesgos que un verdadero fotógrafo debe estar dispuesto a correr.

Así que tienes que elegir.

Ahora mismo.


¿Vas a seguir siendo un puto forense de la realidad, llegando tarde a la escena del crimen para fotografiar cadáveres de momentos que ya no le importan a nadie?

¿O vas a coger el puto martillo y convertirte en un arquitecto de emociones?


Un constructor de imágenes que no se limitan a ser vistas, sino que se sienten en las putas tripas. Imágenes que incomodan, que provocan, que dejan cicatriz.

El instante decisivo ha muerto. Puedes quedarte en su funeral llorando por los viejos tiempos, o puedes salir a la calle a pelear por el futuro.

 
 
 

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