CRÓNICA DE UN PENDÓN CON CÁMARA
- Miguelitor

- 13 sept
- 2 Min. de lectura

¿Te acuerdas del tipo al que mandaste a cagar a la vía?
Pues yo lo vi.
Y le hice una foto.
Si te lo cuento, no me crees.
Normal.
Siempre he sido un puto charlatán.
Pero si te enseño la foto...
Ahí la cosa cambia.
Pues de eso va todo esto.
He contado mil veces cómo llegué a ser fotógrafo.
Pero lo he contado mal
He contado la anécdota,
no la puta causa.
La verdad es que siempre he sido
UN
PUTO
PENDÓN.
Mi iglesia: la calle, los amigos y el sol
He sido un maestro en el arte de perder el tiempo.
De hecho,
siempre he preferido perderlo que encontrarlo.
Un arte que los productivos,
los putos esclavos del reloj, nunca entenderán.
Ellos acumulaban obligaciones.
Yo, historias que contar
Y siempre he sido un puto hablador.
Un secuestrador de oídos.
Con dos cojones
Si te cruzabas conmigo,
estabas jodido.
Porque yo no te veía para mirarnos las caras.
¡Monólogo a punta de navaja!.
Y si no te interesaba....
A mí me la sudaba.
¡Haberte cruzado con otro!
Jódete.
¡Y un exagerado!.
Pero exagerar no es mentir.
Exagerar es el arte de echarle gasolina al fuego de la realidad.
Es coger una escena de mierda y vestirla de gala para la guerra.
Salero,
en una historia sosa
Yo no inventaba.
Yo veía.
Y entonces, llegó la puta cámara.
Bendita fotografía.
Y el mundo, por fin, se calló la boca.
Ahí lo entendí.
No era un exagerado.
Era un puto cronista sin pruebas.
La cámara se convirtió en mi coartada.
Mi notario.
Mi arma.
La prueba de que toda la mierda increíble que yo veía... era real.
Así que sí,
sigo hablando por los codos.
Mucho.
Pero ahora es diferente.
Ahora fotografío para poder mostrarte la verdad en la cara.
Para corroborar que todo lo que te conté...
lo vi.







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