top of page

A primera vista, parecía un gilipollas.


ree

A primera vista, un gilipollas.

Una semana después, la confirmación.


Hay dos tipos de jefes.

Los que saben.

Y los que hacen ruido.

Este era de los segundos.


Llegó a Lanzarote como llegan los imbéciles:

haciendo ruido.


Portugués.

Músculos de gimnasio. Cerebro de mosquito.

El puto mesías de la animación.

Mi nuevo jefe.

Duró dos putos meses.


El primer día ya nos miró por encima del hombro.

Sus ideas eran la segunda venida de Cristo.

Las nuestras, una puta mierda.

Conmigo se topó el primero.


Yo era el dueño de los deportes del hotel.

Waterpolo, fútbol, los putos bailes.

El Maradona de la piscina.


Su gran idea.

Que yo, cada mañana, me metiera en un disfraz de pato demacrado.

Y diera sartenazos a una cacerola por el hotel.


Le miré.

Y supe que no.

Le dije que no.

A Maradona no lo pones a repartir folletos.

Si quería un pato, que se metiera él.


Sacó la carta de la jerarquía.

Le expliqué por dónde me la pasaba.

Sacó la del sueldo. Los 75 putos euros de diferencia.

Le dije que mi dignidad valía más.


Y entonces, su cerebro de bíceps hizo cortocircuito.

Se acercó.

Aliento a café y frustración.

Y soltó la frase que solo sueltan los cagones:

Tú no sabes quién soy yo.


Le dije que no.

Y que me importaba una puta mierda.


Lo que el tonto a las tres no sabía es que el director del hotel y yo éramos colegas.

De cañas. De arreglar el mundo.

Yo tenía más poder con una cerveza en la mano que él con su contrato de mierda.


Fue a llorarle al director.

El calvo o yo.

El director se descojonó.


Tuvo problemas con los cinco del equipo.

Porque las ideas de mierda, impuestas a hostias, solo generan más mierda.


Se fue por la puerta de atrás.

Como se van los cobardes.

Lo único bueno que hizo en dos meses fue dejar, por fin, un poco de paz.


A ese, ni saludos cordiales ni hostias.

Que le jodan.






 
 
 

Comentarios

Obtuvo 0 de 5 estrellas.
Aún no hay calificaciones

Agrega una calificación
bottom of page