En Busca de la Foto Perdida: Crónica de un Regreso

Ayer dispuse de un breve momento para dedicarme a la fotografía, aproximadamente una hora y media desde mi llegada a Hong Kong hasta que los compromisos llamaron a mi puerta. Llevaba las baterías a pleno rendimiento, burbujeaban en mi mente algunas ideas, pero sentía que me faltaba desparpajo y osadía en el acto de capturar imágenes.

Por un instante pensé que tal vez el entorno no era el idóneo, pero pronto descarté esa idea como una mera excusa. Cualquier lugar puede convertirse en el escenario perfecto para quien sabe qué busca, y yo estaba claro en mi objetivo, aunque tal vez la oportunidad se presentó y la dejé pasar por falta de audacia, sintiéndome algo desorientado.

Mis imágenes siempre han buscado captar emociones, expresiones y contrastes que me fascinan. Me lo había jurado antes de emprender esta jornada: hoy no era día para experimentar o aventurarme en técnicas desconocidas, ya que eso solo conduciría a la frustración y al rechazo de tomar la cámara al día siguiente. Debía enfocarme en crear "mis fotos".

Recuerdo que, durante los talleres que impartía, animaba a los asistentes a buscar sujetos que destacaran por su estatura, indumentaria o expresión, y contrastarlos con otros de características opuestas. Con tanta práctica, tenía la habilidad de encontrar "antónimos" visuales por doquier, algo que normalmente me resultaba sencillo, pero ayer me sentí fuera de lugar. Me aproximaba a las escenas, y justo entonces, se dispersaban. Terminé el día sintiéndome confundido.

Realicé doce tomas ese día, todas ellas prescindibles a primera vista, pero conservé una, la cual he denominado como la foto de bienvenida a mi reencuentro con la fotografía.

Es posible que la imagen no tenga un gran valor por sí sola; soy consciente de ello. Sin embargo, también sé que, aunque individualmente no destaque, podría en el futuro integrarse en un díptico o serie y adquirir un nuevo significado.

Hoy dispongo de otras dos horas y ¿sabes qué? Voy a seguir fotografiando.