¿Estás viendo imágenes o solo las estás tragando?
- Miguelitor
- 16 abr
- 2 Min. de lectura
Hola, fotógrafo.
¿Te has dado cuenta de cuántas imágenes consumes en un día? Piensa en tu paseo por las redes sociales esta mañana: cientos de fotos deslizadas con el dedo, apenas un segundo en cada una. Luego sales de casa y están los carteles, los anuncios, las pantallas gigantes que gritan por tu atención. Dime la verdad, ¿recuerdas alguna de esas imágenes? ¿Una sola?

Estamos saturados. Vivimos en un océano visual tan vasto que ya no nadamos, solo flotamos. Las imágenes, que deberían ser ventanas al mundo, se han convertido en ruido de fondo. Y tú, fotógrafo, ¿estás haciendo lo mismo con tus propias fotos?
¿Qué hace que una imagen importe?
Te lanzo una pregunta: ¿qué hace que una imagen destaque en este caos? No es la resolución ni el filtro de moda, créeme. Tampoco es la perfección técnica. Lo que hace que una imagen importe es su capacidad para detener el tiempo, para arrancarte de la distracción y obligarte a mirar
.
Pero para crear imágenes que importen, primero tienes que aprender a ver. Y eso no es fácil. Porque estamos acostumbrados a mirar sin mirar, a pasar por encima de las cosas sin detenernos. El verdadero reto es entrenar esa mirada, afilarla hasta que puedas encontrar significado incluso en lo más cotidiano.
Aprende a mirar antes de disparar
¿Alguna vez has tomado una foto solo porque “se veía bonita”? Todos lo hemos hecho. Pero aquí está el truco: la verdadera fotografía no se trata de capturar lo bonito, sino lo significativo. Y eso no siempre es evidente a primera vista
.
La próxima vez que levantes tu cámara, no pienses en la foto como un producto terminado. Piensa en ella como una pregunta. ¿Qué estoy viendo realmente? ¿Qué quiero que otros vean? ¿Qué historia estoy contando? Si no puedes responder, baja la cámara. Mira un poco más.
El mundo no necesita más imágenes bonitas. Necesita imágenes que tengan algo que decir.
El poder de parar y mirar de verdad
Te propongo un ejercicio. Sal a la calle, pero deja tu cámara en casa. Solo lleva tus ojos. Camina lento, como si no tuvieras prisa. Y en lugar de mirar todo, elige mirar algo. Una puerta vieja, el reflejo en un charco, las arrugas en el rostro de alguien. Quédate con eso. Obsérvalo hasta que deje de ser solo lo que parece y empiece a ser algo más.
Cuando vuelvas a tu cámara, lleva contigo esa sensación. La fotografía no es un acto rápido, no es un scroll infinito. Es detenerse, es mirar de verdad. Si tú no puedes mirar con intención, ¿cómo esperas que otros lo hagan con tus imágenes?
Vivimos en un mundo donde las imágenes son efímeras, descartables, olvidables. Pero tú, fotógrafo, tienes el poder de cambiar eso. No te conformes con añadir más ruido. Sé el que crea imágenes que detienen el tiempo, que obligan a mirar, que tienen algo que decir.
Nos vemos en la próxima.
Miguelitor
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